Powerlifting
Del “no voy a poder” a ser la dueña de varios récords mundiales
Fátima Ruiz Diaz tiene cincuenta años y ninguna excusa para seguir superándose día a día en el deporte.

“Yo no conozco mi vida sin deporte”, dice Fátima y no exagera. Es que desde chica estuvo rodeada de entrenamientos, disciplina y constancia. Su padre, sensei de karate, fue quien le inculcó la frase que aún la acompaña: “no hay excusas; bajo la lluvia, con frío o calor, siempre se entrena”. Esa enseñanza fue guía durante toda su vida y bajo la que practicó distintos deportes: karate, hockey, gimnasia artística y hoy el powerlifting, un nuevo capítulo, como lo definió ella.
Desde la niñez, en cada una de las disciplinas que practicaba, Fátima como complemento le agregaba el entrenamiento de fuerza y, lejos de verlo como una “obligación”, era algo que gozaba: “las pesas siempre fueron un interés, una pasión, me gustaba hacer fuerza, me gustaba ponerle más kilos a las barras. También, me fascinaba muchísimo la preparación física y veía que había una diferencia en los que nos entrenamos extra, por ejemplo, en hockey yo me entrenaba a parte y sacaba alguna ventaja a nivel físico, potencia, fuerza”.

El nuevo capítulo de su vida
El inicio en el powerlifting fue casi casual. Fátima realizaba gimnasia artística junto a Facundo Ledesma, su entrenador actual, y hubo algo que llamó su atención: “ví una transformación física en él, que estaba practicando este deporte. Le insistí que me invite, que me entrene, que me haga una rutina, hasta que un sábado me invitó al garage de su casa y me dijo, ‘bueno, yo no estoy entrenando a nadie, pero vamos a ver qué hacemos con vos’.
Facundo, a quien la powerlifter definió como un atleta y un entrenador excelente, sumamente comprometido y un experto en el deporte de alto rendimiento, arma sus rutinas día a día y de manera totalmente personalizada de acuerdo a sus horarios, actividades y a su rendimiento en el entrenamiento anterior, además de hacerle sugerencias como, por ejemplo, que los domingos no entrene y los use para descansar.
“Siempre me ha tratado con mucho respeto y me entrena con una seriedad impresionante; nunca me tomó como ’la entreno y vamos a ver qué pasa’, desde el minuto cero me ha entrenado como si yo fuera desde siempre una atleta de alto rendimiento. Eso lo valoro mucho y se lo he dicho, es un privilegio entrenar a la par de él”, dijo ella con orgullo.
De desafíos que parecían imposibles a batir un récord
Cuando comenzó, Fátima y su entrenador miraban los récords a través de internet. Lo primero que ella dijo fue “jamás voy a llegar a levantar eso de peso muerto, de sentadilla, es una locura, y ese banco jamás”. “Entrenando vas a poder”, le respondió él, y así fue que, pasado un año, lo alcanzó y posteriormente lo superó: “de ahí ya no paré. Ahora es como una obsesión de seguir superando mis propias marcas”, comentó.

A día de hoy, Fátima cuenta con tres récords:
- Récord mundial en press banca
- Récord mundial en despegue
- Récord sudamericano en sentadilla
Pero más allá de las medallas, lo que más la cautiva del powerlifting es la capacidad de superación y transformación constante. “Desde el año pasado empecé a sentir molestias en los codos por el sobreentrenamiento. Cuando clasifiqué para el nacional, entrené con mucho dolor y se me hizo cada vez más intenso, pero yendo al kinesiólogo, bajando un poco las cargas y adaptando las rutinas, hoy me siento con los codos impresionantes”, afirmó.
“Entonces esa capacidad de ir superando, viendo, reorganizando, planificando, es atrapante, porque uno a veces siente que va dos pasos hacia atrás y después avanza tres; esa parte me atrapó un montón, y cada entrenamiento para mí es una oportunidad de mejorar”, destacó.
Asimismo, aseguró que, a través de esa superación personal, ha logrado conectarse con cada deporte que ha hecho. “En este caso lo vivo cada vez más consciente. En cada entrenamiento y en cada torneo voy sintiendo la barra, la respiración, tomando conciencia en la ejecución del movimiento”, comentó y agregó: “yo soy autoexigente en todo lo que hago, entonces es como que ahí estoy en mi salsa. Me regalo un montón de cosas a nivel personal, deportivo, mental, espiritual”.

Próximo objetivo: clasificar al mundial
El fin de semana del 29 al 31 de agosto, se realizará el Campeonato Argentino en Villa María, Córdoba, que tan entusiasmada tiene a la atleta, ya que significa una oportunidad para clasificar a la copa del mundo que próximamente se desarrollará en Corrientes, Argentina: “al ser acá es una presión menos porque el año pasado clasifiqué para ir a Rusia, pero era demasiada la plata que tenía que juntar y no llegué, lamentablemente”.
Sobre lo que se viene, la de Concordia está muy entusiasmada y las sensaciones son buenas: “hace poquito estuve en Chaco para la clasificación y lo bueno es que pude mantener las marcas del sudamericano. Estos últimos días estuve tirando lo mismo que en los torneos anteriores, entonces me da como una pista y tenemos una sensación de que esos tiros pueden llegar a ser los primeros con los tiros de apertura, y los segundos y los terceros serán tiros mayores, así que estamos con toda la expectativa ahí”.

Madre e hija, una pasión compartida
El powerlifting no sólo le dio logros deportivos, también unió su camino al de su hija Cande, ex gimnasta que debió dejar su disciplina por una lesión en el tobillo. “Fue muy duro para ella, pero encontró en el powerlifting una salida, primero emocional y después deportiva”.
Hoy entrenan juntas, se apoyan, se retan mutuamente, pero también se acompañan y divierten. “Si estamos sumamente agotadas y nos queda el último ejercicio, ahí nos acompañamos ‘¿Y qué te falta?’, nos decimos, ‘a mí me faltan las sentadillas, ¿a vos qué te falta?’, ‘dale que no nos queda nada y ya nos vamos’ porque bueno, el último tramo es muy difícil, es muy exigente, el cuerpo está muy cansado, la mente también. Así que en ese sentido también nos acompañamos y nos autoexigimos, estamos como preparadas para soportar un poco todo esto”.

Su carácter crítico no sólo la impulsa como atleta, también marca su forma de ser mamá. “Soy una madre sumamente exigente, y ella también. No es una persona que vaya a hacer trampa o saltearse algún ejercicio, porque sabe que pierde ella misma. Tampoco a mí me gusta estar entrenando con una persona que se queje o diga “no puedo”; vengo de un papá entrenador que con esas exigencias de “no hay excusas”, yo me lo tomé muy en serio y realmente siento que no hay excusas”, dijo Fátima y agregó que Cande, al igual que ella, también tiene chances y está expectante de obtener el pase a la Copa del Mundo.
Entre barras, discos, rutinas y disciplina, el powerlifting le dio a Fátima medallas, récords y la posibilidad de competir en lo más alto. Pero, sobre todo, le regaló un espacio para crecer, desafiarse y compartir con su hija la pasión por la fuerza.