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Una vida puede caer muchas veces, pero lo que la define es cómo elige levantarse.
Hay caminos que no se eligen, pero que igual se transitan. Caminos oscuros, solitarios, llenos de preguntas sin respuesta. Y a veces, en medio de ese laberinto, alguien encuentra la salida y decide volver… no solo por sí mismo, sino para alumbrar el camino de otros.
Federico Müller, periodista, atleta y autor, decidió transformar su historia de adicciones en un mensaje de esperanza. Su voz, que alguna vez estuvo silenciada por el dolor, hoy resuena fuerte en escuelas, clubes y espacios donde su testimonio abre puertas, despierta conciencia y abraza con verdad.
Con esta introducción comenzó la columna Historia de Vida en 3200 Radio, en la que fue entrevistado Federico “Lobo” Müller, quien compartió su recorrido desde las adicciones hasta su recuperación y renacer personal a través del deporte, la escritura y la empatía social.
Una vida ligada al deporte desde la infancia
Al inicio de la entrevista se presentó que su historia con el deporte comenzó desde niño. “Soy periodista deportivo, tengo 48 años. Me gradué en Buenos Aires, pero nací en Rosario. Mis viejos se vinieron a Concordia cuando yo era chico. Él es dirigente del Club Hípico hace 48 años. Yo me crié ahí, en la puerta del Club Salto Grande. Siempre vinculado al deporte. Escuchaba, miraba, leía, siempre con la idea de ser como los grandes relatores: José María Muñoz, Víctor Hugo Morales, Sebastián Vignolo y Mariano Closs”, dijo.

Además del periodismo, Müller estudió cocina y viajó por el mundo. Pero las adicciones lo alejaron de todo. “No ejercía, me iba mal, faltaba. Hasta que hice un tratamiento muy intensivo durante 4 años. Ahí pude empezar a ejercer el periodismo deportivo con regularidad y sostener una vida sana”, destacó.
El dolor como origen del mensaje
Su testimonio comenzó a tomar forma en espacios terapéuticos, pero pronto se transformó en una herramienta poderosa en escuelas, clubes y organizaciones. “Cuando empecé el tratamiento, yo casi no hablaba, o decía pavadas, chistes. Era como un ‘borracho de pizzería’. Un personaje escondido detrás del humor y el desparpajo”, mencionó.

Fue en esos espacios terapéuticos donde apareció la voz de Fede. “Empecé a hablar de mis emociones, de mis sentimientos. A desnudarme, entre comillas, frente a mis compañeros. Algunos decían que tenía que hablar, que tenía pasta. Se enganchaban, me prestaban atención. Sobre todo, los gurises más chicos”, contó.

Así surgieron las primeras charlas. Primero en una escuela, luego en otra. “Yo ya estaba metido en el mundo del boxeo, y ahí conocí a Chiquito Cirolla, del club Víctor Opel. Él también daba charlas de prevención, sin haber consumido nunca. Yo iba desde el otro lado: como ejemplo de lo que no había que hacer”, explicó.
Familia, vínculo y afecto: lo opuesto a la adicción
El apoyo emocional y social es fundamental en el camino hacia la recuperación; sin eso, muchas veces es imposible salir adelante. “A veces me pasa que visito amigos en tratamiento y están solos, sin comida, sin familia. Lo han vendido todo. Ahí es muy difícil resurgir”, expresó.

Y valoró que “la familia es clave. Pero también el vínculo, el afecto. Dicen que lo opuesto a la adicción no es la sobriedad, sino el vínculo. Entonces, cuando te aislás, es muy probable que empieces a buscar una válvula de escape tóxica: drogas y alcohol”.

Luego indicó que “al principio yo pensaba que los que estaban en el tratamiento eran unos caretas. Pero después, esos mismos fueron hermanos de la vida. Me dieron trabajo, me ofrecieron changas, me pidieron consejos… y yo a ellos. Empecé a creer de nuevo en la sociedad”.

El deporte como salvavidas
En medio del caos, el deporte apareció como un refugio y una oportunidad para recuperar el control y la dignidad. Federico relató que se crio “en calle Alem y 25 de Mayo de Concordia, Entre Ríos. Iba a la escuela Almafuerte y en el Ferro había boxeo. Mi hermano era boxeador, yo lo seguía. Era fanático del boxeo. Leía The Ring Magazine, escuchaba a Osvaldo Príncipe, Carlos Irusta, entre otros”.

En la continuidad de la nota resaltó que fue en tratamiento donde el deporte se volvió vital. “Empecé a hacer actividad física. Fumaba a dos manos, consumía igual… pero entrenar me sosegaba. Bajé como 30 kilos, estaba bronceado, me gustaba lo que me devolvía el espejo. Pensaba: ‘¡Yo quiero esto! No quiero estar temblando en un baldío atrás del Pindapoy, sucio, seco, roto, con uno que tiene un tornillo tremendo…’. No, yo quiero esto otro. Entonces me aferré al deporte”.

Posteriormente testificó que ahora “aunque haga frío, salgo igual a entrenar. Hago atletismo. Corro, nado, hago fierros… El deporte me genera ese bienestar sano. Si no entreno, me deprimo. Se me cae el kiosquito, digamos”.
La escritura: una nueva herramienta de vida
En el transcurso de la charla dada en los estudios de Oíd Mortales Radio expresó que siempre le gustó escribir. “En tratamiento, empecé a escribirme lo que quería decir en las reuniones, lo leía en voz alta. Después, lo hacía sin leer. Eso me ayudó a expresar lo que me pasaba”.

“Empecé a digitalizar esos textos, corregirlos, armarlos. Los fui publicando. Y me di cuenta de que podía llegar con eso. Como las charlas gustaban, los gurises preguntaban, hacían fila, venían a casa… dije: ‘¿Por qué no seguir haciendo algo que me gusta, que hace bien?’”, agregó.
El libro: voces y relatos desde La Ley del Boxeo
En este marco, nació un libro: La Ley del Boxeo. Respecto al ejemplar, Federico explicó que se trata de “las 110 mejores entrevistas u homenajes realizados en el programa radial La Ley del Boxeo durante varios años”.

“Si bien las entrevistas surgían del programa radial que llevaba adelante, luego visitaba a los protagonistas para seguir profundizando y enriqueciendo la entrevista, conociendo su familia, su realidad y sus mejores anécdotas”.

De esas 110 entrevistas, 65 son a boxeadores de Concordia, unas 30 a exponentes argentinos, y el resto a figuras del boxeo a nivel mundial. “Muchos de los protagonistas son personas olvidadas o que hoy están en situaciones difíciles, pero que en su momento llenaron el Estudiantes, el Ferro…”.

Asimismo, recordó con orgullo y emoción el reconocimiento de referentes del boxeo: “Una vez Cherquis Bialo y Osvaldo Príncipe me dijeron: ‘Me gustó lo de Tiriti Osuna’. Príncipe me dijo: ‘Lo conocí en el Luna Park, fue mi entrenador’. Me lo escribió y chau. Son esas perlas que te quedan en el corazón y se van con vos”.
Un mensaje final: hay salida
Para finalizar, después de compartir su recorrido, sus caídas y su proceso de reconstrucción, Müller dejó un mensaje directo, sin vueltas. Un mensaje que no busca aleccionar, sino tender una mano a quien hoy tal vez está en el mismo lugar del que él logró salir. “Cuatro cosas me sacaron de las drogas y de estar temblando solo: la familia, la terapia, el deporte y el amor”, subrayó.

“Familia puede ser la biológica o la del corazón. El deporte, boxeo o cualquier actividad física. Y el amor es conectar con otro. Se trata de eso: conectar, querer, tener empatía, pedir perdón. Si te sentís mal, hacé terapia”, reiteró.
Así, Federico “Lobo” Müller pasó por 3200 Radio con una historia sin adornos, pero llena de fuerza. Su testimonio es una invitación: a recuperar la voz, la pasión, el cuerpo. Y, sobre todo, a creer que siempre, aunque cueste, hay salida.