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De la pista al escenario

Ana Luz Sarli dejó atrás el alto rendimiento en el atletismo para reinventarse como docente, artista y bailarina.

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Hay cuerpos que nacen para moverse, y hay almas que, en cada paso, buscan dejar una huella.
Ana Luz Sarli es una de esas presencias que no pasan desapercibidas.
En otro tiempo, giraba sobre el círculo del lanzamiento de disco, con la fuerza de quien aprende a confiar en su propio eje.
Hoy gira distinto, pero con la misma intensidad: entre salones de danza, escuelas rurales, tardes de yoga y noches de ballet.

Dejó el deporte competitivo, sí, pero no dejó el movimiento.
Porque el cuerpo, para Luz, sigue siendo un territorio sagrado donde se entrena, se escucha, se cuida, se baila.

Hoy, en Historias de Vida, nos detenemos a mirar qué hay después del podio.
Porque a veces, dejar una huella no es ganar una medalla.
A veces, es seguir caminando fiel a una misma.

Con esta introducción comenzó la columna Historia de vida en 3200 Radio, donde la protagonista fue Ana Luz Sarli que hoy su vida sigue girando en torno al movimiento, pero desde otro lugar. Comenzó su camino en el atletismo desde muy joven, especializándose en lanzamiento de disco. La exigencia y el alto rendimiento marcaron su adolescencia. Sin embargo, con el tiempo, su cuerpo le pidió otro tipo de expresión.

“Fue difícil tomar la decisión de dejar la competencia. Estaba trabajando con una terapeuta especializada en psicología del deporte porque no me estaba yendo bien en los torneos. Ella me dijo: Permitite sentir en la pista lo que sí sentís cuando bailás. Y fue un antes y un después”, explicó en el comienzo de la entrevista en Oíd Mortales Radio

Posteriormente, contó que el momento de quiebre llegó tras una lesión en plena competencia: el tercer esguince en su tobillo derecho. “Seguí compitiendo igual, vendada. Pero ese día entendí que tenía que parar. Ahí empezó otro camino”, afirmó. 

El cuerpo como un territorio para explorar

La danza estuvo presente desde siempre. “Bailo desde los 2 años. Mi mamá me llevaba a la academia con pañales, y hoy sigo con la misma profesora. La danza siempre fue mi lugar de libertad”, dijo con una sonrisa.

Al dejar el atletismo, Ana Luz no abandonó la disciplina. La redirigió. Empezó a entrenar yoga, pilates y retomó con más fuerza su camino artístico. “Para mí, el cuerpo es una herramienta para descubrir nuevas versiones de mí misma. Es mi casa, mi canal, mi forma de expresarme. Hay una frase que me encanta: ‘Si pudiera decirte lo que estoy bailando, no lo bailaría’. Es eso. El movimiento dice lo que las palabras no pueden”, sostuvo. 

De alumna a docente: el arte de enseñar

Ella relató que estudió el profesorado de danza desde chica, y se recibió a los 15 años. Sin embargo, su debut como docente llegó años después, casi sin planearlo. “Fue en 2021, cuando mi profesora me invitó a trabajar en un espacio recreativo que abría después de la pandemia. Me dio miedo, nunca había estado de ese lado. Pero acepté. Y desde ahí, no paré más”. 

Hoy forma parte del staff de la academia Pavlovha, estudia Educación Física y da clases a niños y niñas de distintas edades. “Cuando doy clases a niñas de cinco años, me pongo a su nivel. Me encanta lo que se genera. Enseñar te devuelve una energía hermosa. Las ocurrencias, los dibujos, los cuentos que te traen… son cosas que te llenan el alma”, manifestó. 

Crear desde lo cotidiano

A la hora de planificar sus clases, Sarli dice que escucha mucho a sus alumnos. “Un comentario puede convertirse en una clase entera. Me gusta construir desde ahí. Obvio que a veces me frustro, pero también lo veo como una oportunidad para crecer. Como en el deporte, el proceso vale más que el resultado”. 

El arte no se limita a la danza. Ana Luz también está profundamente vinculada a la escena musical de Concordia, sobre todo en el entorno familiar. “Estamos armando un homenaje a Pablo Comas, un músico muy querido. Tocamos mis tres hermanos, mi papá, Ángel Tagliaprietta y yo. Todo en familia. Vamos a presentarlo el 13 de junio en la Fiesta de la Cerveza. Surgió espontáneamente, como casi todo en mi vida”.  

Además, colabora activamente con la banda Maniquí, acompañando sus giras y shows. “Amo irme de gira con ellos, cantar, bailar… Todo eso me llena. Me gusta estar en el staff, en el público, donde sea. Me encanta ese mundo”, expresó. 

El legado del deporte

Por último,  al cerrar la nota habló sobre su paso por el deporte que, aunque hoy no pisa la pista con frecuencia, el atletismo sigue siendo una parte vital de su historia. “El año pasado, volví a la pista para dar una clase durante las prácticas del profesorado. Fue raro, pero lindo. Después, no volví más. Pasó y la miro de lejos. Pero el deporte sigue estando en mí por todo lo que me enseñó, por cómo me formó y los valores que me brindó”, destacó. 

Sin dudas, Ana Luz Sarli dejó atrás el círculo de lanzamiento, pero sigue girando. Gira entre aulas, escenarios, salones y pistas de baile. Hoy, su medalla es el proceso, su podio es el presente, y su victoria, el movimiento.