Handball
Corazón celeste y blanco
Desde Concordia al seleccionado argentino, la historia de Joaquín González, un pibe que deja todo por el handball.

A los 16 años, Joaquín González ya sabe lo que significa representar al país. El joven integró la selección argentina de handball cadete en el torneo Sur-Centro disputado recientemente. Su equipo llegó hasta la final y terminó subcampeón, pero su historia va más allá del resultado porque es la de un pibe que empezó en la escuela, se formó en un club local y hoy defiende con orgullo la camiseta nacional.
Sus inicios en el handball
En la entrevista con 3200, el código del deporte contó que todo comenzó casi por casualidad, en una clase de educación física. “Empecé jugando al handball en mi escuela, entrenando para representarla en el torneo intercolegial. Me gustó mucho porque es un deporte dinámico y de mucha demanda física”, destacó. Ese entusiasmo inicial lo llevó a sumarse al Club Ferrocarril, donde no solo encontró un espacio para entrenar, sino también un entorno que lo hizo sentir parte desde el primer día. “Ferro significa mucho para mí, porque los profes Ezequiel Jurado y Emiliano Ramírez me apoyaron desde el principio. Además, hice muchas amistades”, afirmó.

La inspiración para empezar a jugar llegó desde casa. Su hermano, también jugador, fue una referencia constante. “Me gustaba verlo jugar y me hubiera encantado compartir cancha con él. Por eso quise empezar”, dijo Joaquín, que con el tiempo fue construyendo una rutina exigente entre entrenamientos, estudios y partidos. “Ordeno bastante bien mis responsabilidades. Aunque me cuesta el estudio, con las horas que entreno no me va mal en el colegio”, explicó.

El orgullo de representar a Argentina
La convocatoria al seleccionado argentino fue un antes y un después. “Representar al país te llena de orgullo y emoción. Sentís felicidad, nervios y también dudas sobre cómo iba a ser mi actuación”, admitió con honestidad. Durante el torneo, Argentina debutó con una gran victoria frente a Paraguay (43-26), luego venció con contundencia a Uruguay (30-11), y en semifinales logró una ajustada y emocionante victoria ante Brasil por 19-18. En la final, no pudieron ante un sólido equipo chileno y cayeron 17-29. De todos modos, el segundo puesto dejó una sensación de orgullo.

“Lo más difícil fue tener que jugar de extremo, que no es mi posición habitual. En el club juego de lateral, y fue un desafío adaptarme. Pero lo más lindo fue ganarle la semi a Brasil, que siempre es un clásico”, manifestó. Además del torneo, lo que más lo emocionó fue el respaldo de su gente. “Mi familia siempre me dice que está orgullosa de verme con la celeste y blanca. Mis compañeros también se alegraron por mí, y eso lo valoro mucho”, aseguró.
Metas cortas e ideas claras
Por otro lado, el deportista dijo que entrena con intensidad cada vez que le toca, pero también sabe que el descanso es parte del proceso. “Durante la temporada trato de descansar lo más posible y aprovechar al máximo cada entrenamiento”, señaló. A su vez, tiene muy en claro hacia dónde quiere ir: “Mi objetivo a corto plazo es terminar el año deportivo lo mejor posible con mis compañeros. A largo plazo, me gustaría seguir jugando profesionalmente y volver a vestir la camiseta de Argentina”.

3200, el código del deporte habló con un chico joven pero maduro. Concordia lo vio empezar, Ferro lo formó y hoy, con apenas 16 años ya forma parte de un presente ilusionante. Su historia demuestra que el esfuerzo, el acompañamiento y el amor por el deporte pueden abrir las puertas más grandes. Y lo mejor, sin dudas, está por venir.