Seguinos en nuestras redes

Opinion

Un camino para salir de la trampa de la pobreza

En la primera entrega de esta columna en radio, una invitación a conocer y a ayudar a IpI.

Publicado

el

“De la escuela al podio” es el título de la columna que, una vez más al mes, realiza Guillermo Acosta en el programa de radio de “3200, el código del deporte”. En el programa 75, de la tercera temporada, estrenó el segmento con una interpelación.

El título de esta columna es bastante movilizador. Ir de la escuela al podio es, principalmente, una anhelo, un objetivo noble, posible e inclusivo. No hay que ser súper atléticos, con cualidades y talentos innatos, ni muchos menos ser “el hijo de”.

La meta siempre es el podio, un lugar de privilegio, de integrar aquello que era o tenía cuando empecé con esto que hoy adquirí y potencié. A lo largo de estas semanas iremos transitando ese camino, porque la escuela es al fin de cuentas nuestra segunda casa. ¿Es nuestra segunda casa, literalmente para todos?

Voy a hacer un alto, hoy el deporte no será lo preponderante en este espacio dentro de “3200, el código del deporte” porque la escuela es, muchas veces, el primer hogar, el único o aquello que se parece bastante a una casa: hay paredes, techos, aún con limitaciones, hechas de materiales que la sostienen con solidez, docentes que irradian cortesía, modales, hábitos tan sencillos y necesarios como el respeto al horario, a la higiene y al prójimo.

Hoy les quiero hablar de lo que es capaz de gestar la sociedad civil de Concordia, sí la ciudad del código postal que da nombre a este programa. Muchas veces, con razón, se nos ha reprochado que no somos los más destacados por darle vida y protagonismo a las organizaciones intermedias. Es cierto, nos domina la chatura o cierta tendencia a mantenernos en nuestra zona de confort. Lo disruptivo nos cuesta, en ocasiones.

“Queremos integrar para incluir de manera que muchos niños en condiciones de vulnerabilidad puedan sortear la trampa de la pobreza y tener movilidad social ascendente”, dijo Federico Schattenhofer, presidente de IpI (Integrar para Incluir), la Asociación Civil sin fines de lucro que se presentó en sociedad allá donde eligieron dar sus primeros pasos, en la Gruta de Lourdes, en el sur de Concordia.

Sus palabras suenan a bocanada de aire fresco, con mezcla de cierta utopía y también, por qué no decirlo, de esperanza. ¿Qué sería el hombre, al fin de cuentas, sin esperanza? O como dijo precisamente el hombre que encabeza la ONG. “Tiene razón”, le dijo el general José de San Martín a Pueyrredón donde este le advirtió que emprender una misión libertadora, cruzando los Andes, era imposible. “Lo que quiero hacer es imposible, pero es imprescindible”, afirmó el libertador de América.

Imprescindible es no quedarse en esa zona de confort que mencionamos antes. Ellos, los concordienses que llevan años hurgando, preguntado, investigando y estudiando sobre cómo accionar, nos dijeron este viernes por la noche que su objetivo es “desarrollar un proyecto socio educativo de gestión privada que, en estrecho vínculo con el sector público, propicie la formación integral de la persona, la revalorización del barrio y la recuperación del trabajo como valor fundamental de dignificación humana”.

Sus palabras interpelan, nos sacuden de la modorra o de la actitud únicamente de permanente diagnóstico en la que muchas veces nos embarcamos (sí, hablo en plural porque desde los medios somos campeones en hacer diagnósticos) y nos invitan a “no quedarse en casa viendo pasar el tiempo y la vida. Hay muchas cosas que podemos hacer sin esperar que las hagan otros”, dijo Ricardo Gómez, vicepresidente de IpI.

Comunicate con ellos, con Integrar para Incluir. ¿Cómo podés ayudar? Ofreciéndote para dictar algún taller o conducir una actividad extracurricular o con aportes espontáneos o una cifra mensual que puede debitarse de tu cuenta o de tu empresa. Comunicate con ellos, con IpI. Vas a encontrar personas como vos, como yo. A muchas de ellas las vas a conocer en comercios, de la escuela, de algún trabajo: ipi.contactocdia@gmail.com o, en redes sociales, Integrar para Incluir.

Nací, crecí, vivo y amo en Concordia. Con Luciana tenemos 3 hijos, tan apasionados del deporte como su padre. A veces, me disculpo por eso. Es demasiado. Hay clubes y escuelas que me marcaron, soy una parte de cada uno de ellos pero especialmente de Jorge y Susana, mis padres. Alejandro es mi hermano menor. Suelen confundirnos en la calle. Estamos acostumbrados y saludamos por igual.Casi no tengo recuerdos de años en los que no estuve en una institución educativa. Desde los 3 fui a jugar, estudiar y finalmente a trabajar en alguna de ellas. Escribir es la mejor e imperfecta forma que tengo para expresarme. Unir esto último con las escuelas es el desafío de esta columna.

Continuar leyendo
Comentar

Dejá tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *