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Tenis

Lazos de familia: una historia de madre e hija, unidas por el deporte

A Cecilia y Guadalupe no sólo las unen los genes, sino también la pasión por el tenis.

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El fin de semana del 27, 28 y 29 de septiembre, se disputó la sexta fecha del circuito organizado por la Unión Concordiense de Tenis que, con más de 130 inscriptos, tuvo como sede al Club Salto Grande. Dicho evento, y más específicamente la segunda categoría de mujeres, contó con la presencia de una pareja conformada por Cecilia Mc Neill, de 51 años, y Guadalupe Muzio, de 12. Ellas son madre e hija y no sólo comparten los genes (que a simple vista se pueden apreciar) sino el amor por la raqueta y la pelota.

Cecilia habló con 3200 “el código del deporte” sobre su recorrido por el tenis, hobby que la ha acompañado durante gran parte de su vida: “arranqué a los 6 años junto a Ana, mi hermana melliza, en el club Concordia. Jugué hasta los 13, dejé un tiempo y retomé de grande”, dijo.

En cuanto a la elección de su hija por el deporte contó: “Guada empezó a tomar clases a los 7 años. Como yo conocía el tenis la mandé; la idea era que si le gustaba siguiera, sino no. En ese momento vivíamos en Olavarría, así que arrancó allá y después siguió acá en Concordia”.

La idea de jugar juntas surgió de Guadalupe cuando el año pasado le propuso a su mamá competir en un torneo por equipos, quien le sugirió esperar un poco más debido a su edad. “Este año al ver que otras chicas comenzaron a jugar dije “juego con Guada””, comentó Cecilia.

Juntas, un complemento

Sobre cómo se organizan en la cancha, ambas aseguraron que las estrategias se generan en el momento. “Lo hacemos entre las dos; si surge una idea, la tiramos”, explicó la pequeña tenista que, en ocasiones, también le da indicaciones a su mamá como “cubrí la paralela”. 

En cuanto a su estilo de juego, aseguró que su mayor fortaleza es atacar: “yo juego de fondo y ella en la volea, así le armo para que pueda definir el punto”.  Ambas coincidieron en que, al llegar a su casa después de un partido, el tenis es un tema recurrente: “lo hablamos, así ganemos o perdamos”.

Cecilia, que nunca había imaginado poder jugar un torneo con su hija hasta ahora, al reflexionar sobre los puntos de coincidencia que encuentra entre ambas, señaló que, aunque las dos eran competitivas a su edad, la pequeña se destaca por su capacidad de revertir partidos que parecen estar perdidos: “era competitiva como ella, pero a diferencia de mí, a Guada la potencia más ir perdiendo”, aseguró con orgullo.

Para la preadolescente, la experiencia puede variar: “hay días en los que estoy relajada y otros en los que me siento frustrada, nerviosa, ansiosa”. A esto, Cecilia añadió que jugar con su hija es algo satisfactorio, aunque las emociones pueden complicar la dinámica: “está bueno jugar juntas madre e hija pero no es fácil, no es lo mismo que competir con otra persona de compañera; se mezclan las emociones y el parentesco, entonces, por ahí, nos enojamos demasiado”.

Sobre lo que Guada admira de su madre, compartió “me gustaría replicar su segundo saque”, a lo que Cecilia, entre risas, respondió “¿mi segundo saque?”, generando un clima de humor y gran energía, dos características que representan a ambas jugadoras.

Con la mirada puesta en el futuro, madre e hija tienen en claro que quieren seguir participando juntas: “Es una experiencia única y se aprenden cosas nuevas”.