Atletismo
Raíces, sueños y madurez atlética
Dylan Van Der Hock habló sobre su presente académico, su evolución como deportista y el deseo de volver a ser parte del Maratón de Reyes.
Desde Estados Unidos, donde cursa sus últimos meses universitarios, Dylan Van Der Hock dialogó con el equipo de 3200, el código del deporte y dejó una charla tan honesta como inspiradora. Con apenas 23 años, el deportista concordiense repasó su trayectoria, habló de los aprendizajes que le dejó la vida lejos de casa y reveló su deseo de volver a correr en su tierra, en la tradicional Maratón Internacional de Reyes.
De Concordia al sueño americano
El atleta dio sus primeros pasos atléticos en la Escuela Municipal de Atletismo, bajo la guía de Enrique Da Costa Leites, y desde joven mostró un talento natural para el fondo y medio fondo. Compitió a nivel nacional e internacional y es uno de los atletas con mayor proyección del país antes de conseguir una beca para estudiar y competir en Estados Unidos.
Hoy, a casi cinco años de su llegada a Estados Unidos, el balance es tan deportivo como humano: “Me cambió la forma de ver el correr. Antes quería hacerlo todo, ahora entiendo que no me dedico solo a correr: estudio, trabajo y compito. Sigo soñando con llegar a unos Juegos Olímpicos, pero también quiero cumplir con lo laboral y académico. Ya no me vuelvo loco como antes”.

El atleta forma parte del equipo universitario y, paralelamente, está finalizando sus estudios con un enfoque doble: marketing y American Studies, lo que le permitirá ampliar su horizonte profesional.
“Estoy disfrutando mucho esta etapa. Ya terminé la carrera principal y estoy tomando clases complementarias. Me gusta la comunicación, la fotografía, el marketing y estoy explorando qué quiero hacer después. Uno no siempre sabe hacia dónde va, pero lo importante es disfrutar el proceso”.
“Aprendí a escuchar al cuerpo y a no forzar los límites”
La madurez de Dylan se percibe en cada respuesta. A la intensidad de los entrenamientos le sumó una nueva herramienta: el equilibrio. “Cuando estoy pasado con el estudio, intensifico la práctica, y cuando tengo que bajar la carga deportiva, me centro más en los libros. Aprendí a escuchar al cuerpo y a no forzar los límites. Antes dormía dos horas menos para entrenar, hoy no lo hago. Entendí que el proceso vale más que la urgencia de los resultados”.

Ese cambio de mentalidad, asegura, también se refleja en su rendimiento y en su forma de vivir el deporte. “Como deportistas, también sufrimos el estrés como cualquier persona. Si llego cansado, modifico el entrenamiento. Ya no me presiono tanto. La madurez viene con entender que el camino es largo”.
Debut de 42 km en Nueva York
El presente deportivo tiene un capítulo reciente que marca un antes y un después en su carrera. El entrerriano debutó en la distancia de maratón en la prestigiosa Maratón de Nueva York, donde completó los 42,195 kilómetros en 2 horas, 20 minutos y 59 segundos. “Me sentí muy bien pero no es una distancia a la que me quiero dedicar ahora”, remarcó.

El regreso que todos esperan
La conexión de Dylan con Concordia sigue intacta. Cada vez que vuelve, el reencuentro con familiares, amigos y entrenadores lo devuelve a sus raíces. Por eso, cuando se le preguntó por la Maratón Internacional de Reyes, su respuesta fue directa y sincera: “Me encantaría correrla. Estoy en plena etapa de carga, pero nunca me invitaron a Reyes. Me invitan de todas partes del país, y a veces espero eso también de mi ciudad. Tengo las puertas abiertas, si me quieren invitar, ahí voy a estar”.
La frase, dicha sin reclamos, refleja su deseo genuino de sentirse parte de la competencia más emblemática de su ciudad. Esa carrera que, año tras año, reúne a miles de corredores y que para Dylan tiene un valor emocional inigualable.
Decisiones y aprendizajes
El paso por Estados Unidos no fue solo un salto deportivo. Fue también una experiencia de crecimiento personal y sacrificio. “Si me hubiera quedado en Concordia, quizás hoy correría unos segundos más rápido en 1500. Pero estar acá fue lo correcto. Aprendí que no se puede vivir solo del atletismo. Es un deporte amateur: tengo contratos, sí, pero sé que necesito algo más para el futuro”.

Con lucidez y gratitud, recordó también los consejos de su madre en su adolescencia: “En la secundaria le pedí que me dejara dejar de estudiar para dedicarme a correr. No me dejó, y hoy se lo agradezco. Me enseñó que el deporte sin estudio no alcanza. Por eso siempre les digo a los chicos que quieren venir a Estados Unidos: estudien inglés, prepárense, porque vale la pena”.
Objetivos que no tienen techo
A los 23 años, Dylan Van Der Hock sigue construyendo su camino con la misma determinación que lo llevó a cruzar fronteras. Su presente combina entrenamiento, libros y proyectos; su futuro, sueños que no tienen techo.
Desde la distancia, no olvida sus raíces y mantiene la ilusión de volver a correr frente a su gente, en las calles de Concordia. Y tal vez, cuando la próxima edición de la Maratón de Reyes despierte a la ciudad, Dylan esté ahí, otra vez, corriendo entre aplausos y recuerdos, donde todo empezó.








