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Miércoles curioso

Hace 81 años nació el humorista gráfico más futbolero

Un homenaje a Roberto Fontanarrosa, uno de los artistas y humoristas más destacados de la literatura argentina.

Delfina Cabral

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Fontanarrosa nació un 26 de noviembre de 1944. Sus padres, Berto y Rosita, decidieron ponerle Roberto Alfredo. El departamento “L” en el segundo piso del edificio Dominicis, ubicado en Catamarca 1421, fue el hogar donde dio sus primeros pasos, escuchando quizás el sonido de la radio transmitiendo un partido de fútbol o algún tango.

En el año 2014, por ordenanza del Concejo Municipal de Rosario, Catamarca y Corrientes fue declarada esquina “Roberto Fontanarrosa” en homenaje a su casa natal.

El barrio Alberdi también fue la escenografía predilecta de su vida. Su casa de la calle Agrelo se convirtió en lugar de encuentro, donde el fútbol y la comida nunca faltaron. Además de los integrantes de la Mesa de los Galanes, por allí pasaron amigos como Joan Manuel Serrat y Daniel Samper, los humoristas del grupo Les Luthiers o los dibujantes Quino, Caloi y Crist, entre muchos otros. La mayor parte del tiempo de Fontanarrosa giraba alrededor de esta casa, ubicada a pasos de la Plaza Alberdi. Cuando nació su hijo Franco decidió separar el espacio de trabajo y mudó su estudio a la calle José C. Paz, a sólo unas cuadras, siempre en este barrio de la zona norte de la ciudad.

Cada vez que le preguntaban por qué vivía en Rosario, su respuesta era: “Los rosarinos somos creativos, a falta de paisaje, Rosario tiene lindas minas y buen fútbol. ¿Qué más puede pretender un intelectual?. Lo confieso, soy uno de los tantos rosarinos que anhelan, egoístamente, que no seamos millones.”

Destacado en una de las artes argentinas, la literatura

Fue humorista gráfico, dibujante, guionista, historietista y escritor argentino. También es considerado como un destacado escritor de ficción en general y del cuento corto en particular.

Fue a la escuela primaria Mariano Moreno y comenzó la secundaria en la escuela Industrial, hoy Instituto Politécnico Superior General San Martín. Luego, su carrera comenzó en 1968 como dibujante humorístico en la Revista Boom de Rosario, después pasó por la revista Zoom y Deporte 70, destacándose rápidamente por su calidad, rapidez y seguridad con la que ejecutaba sus dibujos.

Por el año 1973 dibujaba para las revistas Hortensia y Satiricón y en el diario Clarín. Entre sus personajes más conocidos están el matón “Boogie, el Aceitoso” y el gaucho Inodoro Pereyra, junto a su perro Mendieta. Sobre este último personaje Fontanarrosa explicó que era muy difícil meter un caballo en un cuadrito de historieta, por lo tanto apareció un perro, y lo llamó Mendieta porque le causaban gracia los perros con nombres humanos.

Se lo conoce por su fanatismo con el fútbol, deporte al cual le dedicó varias de sus obras. El cuento “19 de diciembre de 1971” es un clásico de la literatura futbolística argentina. Como buen futbolero siempre mostró su simpatía por el equipo al que seguía desde pequeño, Rosario Central. En 1954 el pequeño Fontanarrosa, con diez años, fue a la cancha por primera vez a ver al club de sus amores que se enfrentaba a Tigre.

El centro de gran pasión futbolera de Fontanarrosa fue el estadio de Rosario Central, el Gigante de Arroyito.  Durante un largo tiempo ocupó la butaca 81 en la fila 10 del sector K, ubicada en platea alta techada, detrás de calle Cordiviola.

Desde 1979 hasta su muerte fue colaborador de Les Luthiers, aportando frases y chistes en distintas obras, como por ejemplo, “La gallina dijo eureka”, “Canción para moverse”, “Cartas de color”, “Epopeya de los 15” y “El sendero de Warren Sánchez”.

Una de sus citas más conocidas sobre el fútbol es: «Si hubiera que ponerle música de fondo a mi vida, sería la transmisión de los partidos de fútbol».

Lugares emblemáticos para el “Negro” en Rosario

En los años setenta y ochenta, se lo podía encontrar tomándose un café en sus ratos libres en el bar El Cairo, esquina de calles Santa Fe y Sarmiento, sentado en la “Mesa de los Galanes”, escenario de inspiración para muchos de sus cuentos más famosos. Desde los años noventa, la mesa se mudó al bar La Sede, calle Entre Ríos 599, hasta la reapertura de El Cairo. Fontanarrosa era un verdadero habitué, declarando una vez: “Yo, al cielo, le pondría canchitas de fútbol y un par de bares, porque en el bar estás en tu casa y a la vez estás balconeando la calle.”

Hoy, La Subsede, debajo del mítico bar, suele poner en cartelera el humor de sus más prestigiosas obras. Y quien visite el bar El Cairo, al caer la tarde tal vez encuentre alguno de los integrantes del grupo, sumergidos en sus charlas recurrentes de fútbol, política y mujeres. Se reúnen en una mesa distintiva, con fotos históricas del grupo y franjas con los colores de Newell`s y Central.

A pocos pasos del bar, está la escultura en homenaje a Fontanarrosa, creación de la artista Carmita Batlle e inaugurada el 19 de julio de 2017, al cumplirse diez años del fallecimiento del escritor. Allí se lo puede ver sentado junto a una mesa de café, rodeado de Inodoro Pereyra y “Boogie, el Aceitoso”, sus personajes principales, y una hoja donde se puede leer un resumen de su biografía. Al otro lado de la mesa se encuentra una silla vacía que invita a tomarse una fotografía junto al “Negro”.

Cerca de la escultura, calle San Martín 1080, también se encuentra el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa. En el marco céntrico de la plaza Santiago Montenegro, este complejo da lugar a actividades y ciclos anuales vinculados al arte y a la cultura. Además, sus salas se utilizan para la realización de congresos y convenciones.

En sus años de intensa vida cultural, este espacio cobijó a figuras como Jorge Luis Borges, Juan Gelman, Osvaldo Soriano, Héctor Tizón, Angélica Gorodischer, Federico Andahazi y otros nombres de la literatura. En materia de exposiciones pasaron por allí todos los grandes del humor gráfico como Grillo, Caloi, Crist, Sábat, Rep, Napo y Fontanarrosa.

La institución fue creadora y sede de distintos acontecimientos, algunos de ellos fueron: el Festival Internacional de Poesía (1992/2008), los encuentros internacionales de escritoras (1998 y 2000), el Congreso de Escritoras de América Latina (2002) y el Congreso Internacional de Historia de la Fotografía. Además ha albergado numerosas jornadas científicas, académicas y profesionales, tanto de índole local como nacional e internacional.

Otro de los lugares relacionados a este autor es el restaurante Sunderland Bar, donde Fontanarrosa solía reunirse con sus amigos y hasta llegó a festejar algunos de sus cumpleaños, como sus 50 y 60. De origen portuario, reconocido “nido de piratas que atienden cautivas rusas” como lo describe Joan Manuel Serrat, es lugar de anécdotas e historias. Hoy, con el sonido del piano de fondo, se pueden observar dibujos y fotos de Fontanarrosa y de otras grandes figuras que han pasado por este bar, ubicado en Avenida Belgrano 2010.

Si una imagen ilustra su consagración como figura pública es la ovación que recibió en el teatro El Círculo, luego de su legendaria ponencia sobre las malas palabras en noviembre de 2004, durante el III Congreso Internacional de la Lengua Española. “¿Por qué son malas las palabras?, ¿les pegan a las buenas?”, comenzaba preguntándose en ese inolvidable discurso.

Últimos minutos

En 2003 se le diagnosticó esclerosis lateral amiotrófica, por lo que desde 2006 utilizó frecuentemente una silla de ruedas. El 18 de enero de 2007 anunció que dejaría de dibujar sus historietas, debido a que había perdido el completo control de su mano derecha a causa de la enfermedad. Sin embargo, aclaró que continuaría escribiendo guiones para sus personajes. Desde entonces, el historietista Crist se encargó de ilustrar sus chistes sueltos, mientras que Óscar Salas hacía lo mismo con sus historietas de Inodoro Pereyra.

Falleció el 19 de julio de 2007, a sus 62 años, a causa de un paro cardiorrespiratorio, una hora después de haber ingresado a un hospital por un cuadro de insuficiencia respiratoria aguda.

Recibió muchos y merecidos premios por su trabajo, pero quizás el más importante fue el cariño con el que la gente lo despidió. Fue enterrado al día siguiente, acompañado por cientos de ciudadanos, entre ellos escritores, actores y autoridades de la política nacional.

La marcha hizo paradas por unos minutos en cercanías al Estadio Gigante de Arroyito, y luego continuó su recorrido hacia el cementerio Parque de la Eternidad, en la localidad de Granadero Baigorria.