Handball
Fiesta, juego limpio y legado en Agro N°152
Aldo Tricarique, pionero del certamen declarado de interés educativo, habló sobre el tradicional torneo del que los alumnos son los principales organizadores.
Hay un acontecimiento que todo alumno (e incluso exalumnos) de la “Agro Calderón” espera: el torneo intercolegial de handball. El primero se realizó en el año 2007 y únicamente en dos oportunidades no pudo llevarse a cabo. Hace dos semanas se desarrolló su edición número 17, y con la presencia de las escuelas de la región y deslumbrados por un sol que acompañó toda la jornada, se vivió como hace tanto tiempo se acostumbra, como una verdadera fiesta.
3200, “el código del deporte”, tuvo la oportunidad de dialogar con uno de sus precursores; él es Aldo Tricarique y hace veintidós años desempeña su labor en la Escuela de Educación Agrotécnica N° 152 “Manuel María Calderón”. En una entrevista exclusiva, el docente contó los detalles de los inicios del proyecto y cómo fue el proceso en el que, generación tras generación, el certamen fue pisando más fuerte, siendo desde 2022 un acontecimiento declarado de interés educativo.

Los inicios
“El proyecto surgió a raíz de que nosotros participábamos con la Agro, en su momento, de una liga de handball que se hacía en Concordia, por la cual lleva el nombre justamente este torneo, el de “Juan Carlos Larrarte”, que fue un profe de esta escuela también. En conjunto con él y a pedido del C.E.F., organizamos la liga de handball, que fue muy buena; llegamos a tener veinte escuelas participando. Estábamos muy abocados a esas actividades pero después, por una cuestión organizativa, de trabajo y todo lo demás, yo dejé esas horas”, comenzó explicando Tricarique.
Asimismo, mencionó que también participaron de los intercolegiales que se realizan año a año en las demás escuelas, obteniendo en una oportunidad el primer puesto que les dió la llave para pasar a la instancia provincial en representación de Concordia: “la Agro tiene una buena historia dentro del handball”, comentó al respecto.
Aunque el nivel de sus equipos era bueno, por cuestiones de organización y traslado se volvió complejo seguir participando, pero no todo fue malo, así germinó la semilla que dio origen al primer fruto; aquel torneo realizado en el 2007: “cité a los profesores, les propuse la idea y les gustó porque estas escuelas tenían la misma dificultad. Así lanzamos el primer encuentro, que resultó un éxito, les gustó muchísimo a los gurises. En ese momento todavía estaba la directora Rosita Perillo”.

Desde entonces, cada año las delegaciones de la Escuela Secundaria N°3 “Francisco Ramirez”, de Los Charrúas, la Escuela Secundaria N° 5 “Salto Grande”, de La Criolla y la Escuela Secundaria N°13 “Azahares del Ayuí”, de Colonia Ayuí, se dirigen con mucho entusiasmo a la Agro para ser parte del evento. “En su momento también participó la otra agrotécnica pero por cuestiones organizativas directamente nos quedamos con las escuelas más cercanas”, añadió.
La propagación
Como aseguró el docente, cada año el evento se volvió más interesante y los alumnos empezaron a apropiarse de la actividad. Un dato muy curioso es que los mayores organizadores, junto con los profesores a cargo, son los alumnos de sexto y séptimo año quienes, por currícula, no tienen educación física. Sin embargo, las ganas y el corazón con que encaran el proyecto es un gran valor agregado ya que, hoy en día, no es poco común notar cierta falta de motivación por parte de los jóvenes a la hora de realizar este tipo de propuestas.
“Año a año se fue transmitiendo esta cuestión de que los chicos de sexto y séptimo son los entrenadores y los encargados de llevar las planillas, las organizaciones, el control, todo lo que conlleva el desarrollo, que no es tan sencillo en un encuentro con cuatro escuelas. Además, arman cantina y aprovechan toda la movida para poder juntar unos pesos para sus actividades, viaje y demás”.
El deporte como puente
En palabras de Aldo, y también se encuentra plasmado en el proyecto escrito, lo que se persigue es claro. Se trata de una propuesta que busca brindar a los estudiantes de zona rural la posibilidad de confraternizar y socializar a través de un torneo deportivo, fomentar la sana competencia (fair play o juego limpio) evitando la hipercompetitividad y generar un crecimiento en la faz deportiva, posibilitando el desarrollo de los alumnos, no sólo en conocimientos, sino también en lo que a la práctica refiere.

“Fue pensado como un momento de acercar a las escuelas que estaban más o menos dentro de las proximidades y poder usar el espacio que teníamos, que es fabuloso: la escuela con el playón y todo lo demás. Se lo planteó con ese carácter no tan competitivo, entregando, por ejemplo, certificados en vez de trofeos al campeón, y haciéndolo todos contra todos para que los chicos pasen una jornada deportiva, de aprendizaje, socialización y crecimiento”.
El legado
La estructura y la logística del evento es tan sólida que los alumnos prescinden de cualquiera de los docentes a cargo incluso para largar los partidos. La jornada está organizada en dos partes: se juega hasta el mediodía, se hace un corte para comer y se reanuda a partir de la una de la tarde; en esta ocasión, por ejemplo, mientras Tricarique aún almorzaba junto a sus compañeros y docentes de las demás escuelas ya habiendo transcurrido el tiempo pactado, los estudiantes por su parte continuaron con la programación, lo que habla de un gran trabajo en equipo y de muchos años.
“Que sean ellos los encargados y árbitros, y nosotros los espectadores acompañando y, por supuesto, llevando la organización, es espectacular. Ellos aprenden a organizar eventos y después son los futuros líderes”, comentó orgulloso y siguió: “como profesor estoy más que satisfecho y realizado, porque es lo que uno puede llegar a dejar como enseñanza, que perdura en el tiempo y los chicos no se olvidan más. Además, imaginate que llegar a motivarlos hoy por hoy con la cantidad de escapes que tienen como el celular y distintas otras actividades que los van sacando hacia otro lado, para que se involucren de esta manera es espectacular. Es un trabajo de años, no es que se logra de un día para otro”.

“Hay un grupo de WhatsApp que arman los mismos chicos donde se va convocando desde principio de año a quienes van a participar y donde se organizan los entrenamientos que comienzan siempre después de las vacaciones de julio. Ver cómo se motivan entre ellos para ese día es fabuloso; es sorprendente cómo lo viven los gurises. Y es una actividad transversal porque abarca de segundo a séptimo año”.
Vivirlo
El torneo de handball es pasión y sentimiento, pero no sólo para la comunidad de Agrotécnica, las demás instituciones también esperan el encuentro con gran expectativa: “hay gurises que están en otras escuelas y quieren venir a ver y participar. Se mueren por estar acá ese día, te cruzan en la calle y te preguntan cuándo es. También algunos exalumnos que han participado años anteriores, se involucran, aportan y asisten”.
“Es una actividad que como profesor supera indudablemente todas las expectativas que en su momento se crearon. Uno simplemente debe acompañar desde la organización y es nuestra tarea motivar y conducir a que no se pierdan los valores, que es el valor agregado que tiene esto”, aseguró el precursor del torneo que en 2022 fue declarado por resolución a través del Consejo de la Educación de interés educativo.

Tarea cumplida
Cumplidos sus 55 años de edad y con los papeles de jubilación en marcha, para Aldo fue la última edición del Torneo Interescolar Rural de Handball “Juan Carlos Larrarte” aunque, sin dudas, deja una huella inconmensurable en sus alumnos y toda una comunidad educativa que continuará su legado de la mano de Yohanna, su pareja y también docente de la institución.
“El otro día yo estaba en casa y por el hecho de dejar la actividad por cuestiones familiares y por el tiempo que uno ya le dedicó a esto, se me cayó un terrible lagrimón. Tremendo. Es que de la forma en que yo actúo y trabajo lo vivo, o sea, no es que hago por obligación las cosas, sino que las vivo”, finalizó.








